Con el tiempo vamos desarrollando un estilo propio que nos identifica, que nos motiva, que nos conmueve. Con nitidez en la mente sabemos cuál es el paisaje que queremos retratar. Esa es la intención, pero las condiciones de borde las pone la Naturaleza, obligándonos muchas veces a adaptarnos a los repentinos cambios. La luz cae del cielo sobre el paisaje, y en su recorrido interactúa con la atmósfera, modificando sus colores y matices. Esa imagen que buscamos es revelada cuando la luz es la correcta. Pacientes esperamos el favor de los Dioses, favor que a veces no es concedido. Es entonces cuando debemos modificar la conducta y buscar un objetivo secundario. Experiencia, intuición, creatividad. Todo ayuda para cambiar el rumbo y navegar hacia un nuevo norte.
Era el final de un largo día recorriendo la ruta Interlagos, que rodea completa al volcán Llaima. La ultima parada fue en la laguna Captrén. Había dejado de llover y arriba en lo alto las nubes eran hermosas. Todo me hacía pensar que el atardecer sería colorido. Pero en un abrir y cerrar de ojos llegaron nubes negras de lluvia. El paisaje se oscureció y sin pensarlo dos veces me adapté a las nuevas condiciones. El viento era suave, y al frente de la laguna los árboles nativos se vestían con los primeros colores del Otoño. En el agua los reflejos de los árboles no eran perfectos ni simétricos. Nadaban felices además Patos Silvestres. La luz del final del día proyectaba reflejos alargados, así que encuadré con el teleobjetivo dejando la vegetación en el tercio superior, para dar espacio así en los dos tercios restantes al color de los reflejos. Para suavizar al máximo la superficie de la laguna y disolver cualquier perturbación del viento, varios pasos menos de luz con filtros de densidad neutra me permitieron 25 segundos de exposición. Las líneas horizontales en algunas partes del agua son la estela que dejaron los Patos Silvestres, los que quedaron prácticamente invisibles en la exposición larga debido a que se estaban moviendo. Quería la fotografía del atardecer, pero tuve que adaptarme al paisaje. Nunca será al revés, así que debemos aprender los códigos de la Naturaleza.
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Laguna Captrén. Parque Nacional Conguillío. Novena Región 2011 |
Era el final de un largo día recorriendo la ruta Interlagos, que rodea completa al volcán Llaima. La ultima parada fue en la laguna Captrén. Había dejado de llover y arriba en lo alto las nubes eran hermosas. Todo me hacía pensar que el atardecer sería colorido. Pero en un abrir y cerrar de ojos llegaron nubes negras de lluvia. El paisaje se oscureció y sin pensarlo dos veces me adapté a las nuevas condiciones. El viento era suave, y al frente de la laguna los árboles nativos se vestían con los primeros colores del Otoño. En el agua los reflejos de los árboles no eran perfectos ni simétricos. Nadaban felices además Patos Silvestres. La luz del final del día proyectaba reflejos alargados, así que encuadré con el teleobjetivo dejando la vegetación en el tercio superior, para dar espacio así en los dos tercios restantes al color de los reflejos. Para suavizar al máximo la superficie de la laguna y disolver cualquier perturbación del viento, varios pasos menos de luz con filtros de densidad neutra me permitieron 25 segundos de exposición. Las líneas horizontales en algunas partes del agua son la estela que dejaron los Patos Silvestres, los que quedaron prácticamente invisibles en la exposición larga debido a que se estaban moviendo. Quería la fotografía del atardecer, pero tuve que adaptarme al paisaje. Nunca será al revés, así que debemos aprender los códigos de la Naturaleza.