El Balance de Blancos

Existen diferencias claves entre cómo "ve" el mundo la cámara fotográfica y cómo lo "vemos" nosotros. Una de esas diferencias es la interpretación del blanco. Hago notar que, en estricto rigor, el blanco no es un color, sino que representa el resultado aditivo de varios colores, que van desde el rojo hasta el violeta, los mismos colores que vemos cuando la luz de día se descompone al atravesar un prisma, o cuando se produce un arcoiris. Ahora bien, para caracterizar la dominante de color en una imagen se define lo que se conoce como temperatura del color, que se expresa en grados Kelvin, la unidad de la temperatura absoluta. La definición sigue el sentido común, pues los colores fríos, por ejemplo el azul, tienen una temperatura de color más baja que los colores cálidos, por ejemplo el naranjo. Mediante la temperatura del color se puede controlar el matiz global de la imagen, siendo el objetivo del balance de blancos encontrar la temperatura del color que permita que el blanco se vea efectivamente blanco. Importante mencionar a esta altura de la discusión que la mejor manera de hacer el balance de blancos es ajustando la temperatura del color sobre el negativo digital, conocido como archivo RAW, por su nombre en Inglés. Como el RAW no es un formato de imagen en sí, el blanco se puede ajustar antes de la conversión en imagen, por ejemplo a TIFF o JPEG. Cuando se trabaja con un archivo de imagen es más difícil hacer el ajuste del blanco. Una alternativa es identificar la dominante de color por canal RGB, que corresponde a Rojo, Verde y Azul, por sus siglas en Inglés, y ajustar el histograma del color que produce el desplazamiento del blanco.


Volcán Lonquimay. Malalcahuello. Novena Región 2011


Volcán Lonquimay. Malalcahuello. Novena Región 2010

Se usa el blanco como referencia para asegurar que los colores queden representados de manera correcta. Sin embargo, el balance de blancos se puede utilizar como una herramienta creativa que permita expresar de mejor manera la atmósfera del paisaje, y más importante aún, la visión personal. A modo de ejemplo muestro dos imágenes donde la temperatura del color se ajustó con libertad artística. En la primera escogí resaltar los colores cálidos del atardecer sobre un manto de nubes que recorría la cima del volcán Lonquimay, dejando un sutil matiz violeta para reforzar la intención. En la segunda imagen ajusté la temperatura del color dejando un matiz azulado en la nieve del mismo volcán Lonquimay, lo que transmite visualmente una sensación gélida, sensación que asociamos justamente con la nieve en Invierno.