Era temprano,
muy temprano, con el sol en su lento recorrer aún detrás de las montañas. Tenía
la cámara sobre el trípode, encuadrando el volcán Villarrica, cubierto con una
espesa neblina. La espera era alegre, pues era el primer amanecer de mis
vacaciones en la Araucanía Lacustre, y estaba ahí, esperando el despertar del
coloso.
De pronto, de la nada, aparecen nubes bajas intentando remontar el
macizo de granito que estaba al frente del volcán. En un par de segundos las
nubes cambiaron de color blanco a un rojo arrebol. Sobre mi cabeza un cielo
violáceo, el famoso resplandor alpino del final del atardecer, pero invertido
en el amanecer. Sin pensar nada, cambié la orientación de la cámara, apunté,
encuadré y enfoqué manual. El filtro de densidad neutra me dio diez segundos de
exposición, suficientes para suavizar el violento recorrido de las nubes altas.
¡El juego de colores duró solo un minuto!. Alcancé a disparar una segunda vez,
pero el rojo ya era esquivo en el borde a contraluz.
Araucanía Lacustre. Pucón. Novena Región 2012 |