Siempre es un regocijo para el alma contemplar una hermosa fotografía de naturaleza. ¿Pero sabemos cuál es el real valor de la imagen ante nuestros ojos?. Cuando se pone el corazón en lo que se hace, ningún resultado es producto de la casualidad. En la génesis está la idea amarrada al concepto. Luego viene la planificación, para dar paso a la búsqueda. Una vez que los pies están sobre la Madre Tierra, se juntan las fuerzas para el recorrido físico y espiritual a través del paisaje. Encontrada y visualizada la imagen, siguen las decisiones técnicas, y cuando el montaje alcanza la perfección, el broche de oro lo pone el "click". El proceso nos lleva de vuelta al aposento, donde produciremos finalmente la imagen con la ayuda de las herramientas digitales. Por tanto, el juicio del valor de una fotografía de naturaleza debe tener en cuenta la motivación, inspiración, determinación, esfuerzo, constancia y reflexión, que ha puesto el fotógrafo en la búsqueda del resultado final. Esto no debiera sorprendernos, pues el recorrido conceptual es el mismo en cualquier disciplina artística. Ese el valor del Arte. Ese es el valor de una fotografía de naturaleza.
Río El Indio. Parque Lemunantu. Novena Región 2011 |
Conseguir esta imagen requirió de un viaje de 9 horas manejando en vehículo desde Santiago hasta la Araucanía Andina, una primera visita para reconocer el lugar, esperar un día nublado para lograr los mejores colores en la vegetación, caminar con extremo cuidado sobre rocas y piedras mojadas, observar por largos minutos la dinámica del paisaje, probar varias posiciones hasta encontrar el lugar óptimo donde el lente no quedara salpicado con gotas de agua. Así, apretar el botón de disparo fue la parte más fácil. Por eso, cada vez que una imagen del mundo natural me saca una sonrisa y me alegra el alma, estoy consciente de su valor.