Los Animales Como Parte del Paisaje

La fotografía de naturaleza presenta muchos desafíos. Desde el gran paisaje hasta el detalle íntimo, la técnica está llena de matices. La solución nunca es única, lo que le otorga gran riqueza a la actividad. El paisaje en sí tiene su propia personalidad, y dentro de él están los animales como un motivo muy atractivo, un micro cosmos. La fauna está en el cielo, mar y tierra. Hasta el momento, el 99% de mis imágenes no incluyen animales. Mi atención ha estado en la belleza escénica, pero no en el paisaje estático convencional, sino en el paisaje dinámico, concepto heredado del gran Galen Rowell.


Lonquimay. Novena Región 2011

En el 1% de mi archivo fotográfico están los pocos intentos de retratos de animales que me han resultado exitosos. En esta categoría, la imagen de arriba es mi favorita. En uno de mis viajes a la Araucanía Andina pasé a Lonquimay para hacer una foto del atardecer. Me ubiqué fuera del centro urbano, alejándome un par de kilómetros por un camino rural. Dejando entrar a mis pulmones aquel exquisito aire de campo, estiraba el trípode y montaba la cámara. De pronto volteo y me doy cuenta que en el fundo a mi lado una hilera de vaquitas me observaban desde la distancia. Llenas de curiosidad se empezaron a acercar a paso lento. Señoras vacas con sus crias escondidas entre sus patas no me quitaban la vista de encima. Pero una de ellas, con aspecto juvenil podría decir, se separó del grupo y se instaló a un metro de la cerca que nos separaba. Mientras esperaba el atardecer le empecé a conversar para pasar el rato. Cada vez que agachaba la cabeza para comer pasto, bastaba un "hola vaquita" para capturar de nuevo su atención. Entonces, entendí que ella era parte del paisaje, e intenté un retrato. La vaquita estaba tan cerca, que el teleobjetivo me permitió un retrato íntimo. Con cuidado enfoqué justo en su ojo, la ventana del alma, como dicen. Llené el encuadre con su figura, haciéndola protagonista exclusiva de la imagen. Me encanta el detalle de la posición de su oreja, completamente estirada y en vertical perfecta. Mientras componía la fotografía le estaba hablando, y su oreja me recuerda que tenía toda su atención. Al final me quedé sin el atardecer, pero me llevé el mejor paisaje de campo con el retrato de la vaquita.