Contemplar el Cielo

Hice un ejercicio por largos meses, casi un año: contemplar el cielo del atardecer en Santiago. Alcancé a cubrir las cuatro estaciones. En horario de Invierno observaba el atardecer desde la altura de mi lugar de trabajo, en horario de Verano alcancé muchas veces esperar las últimas luces del día en la altura de mi hogar. El resultado del ejercicio no es muy alentador. Recuerdo un atardecer después de llover mucho, donde el cielo se pintó de hermosos colores suaves, que pude disfrutar de vuelta a mi casa caminando por la calle. Y el segundo recuerdo lo tengo una tarde de Verano donde todo se conjugó guiado por algo divino, sí, divino, me atrevo a decir. Nubes blancas de algodón flotaban alegres, empujadas con ternura por un viento gentil. Visualicé en el ojo de mi mente un espectáculo de color, esperando los últimos minutos de aquel día con la cámara sobre el trípode, muy ansioso, con los ventanales abiertos de par en par en la terraza de mi departamento. Enrosqué un filtro de densidad neutra y un filtro polarizador, conjunto óptico que me permitió exposiciones largas, de casi 30 segundos. La última luz del día cambia con mucha rapidez, además modulada por las nubes, resultando todo en un espectáculo visual bellísimo.


Atardecer en Ñuñoa. Región Metropolitana 2011


Atardecer en Ñuñoa. Región Metropolitana 2011

Las imágenes tienen unos pocos minutos de diferencia en la captura. En la primera imagen me sorprendió el color de las nubes en la capa del frente, resaltando con el fondo blanco de las nubes en la capa del fondo. Nótese cómo el movimiento de las dos capas de nubes es distinto, dando cuenta de ello los trazos que quedan dibujados con la exposición larga. La segunda imagen es un recuerdo imborrable. Pinceladas de un rojo escarlata sobre un cielo azul oscuro. Suavizando los detalles con la captura del movimiento, queda una abstracción del atardecer llena de poesía.

Escribo para dejar el testimonio de un año de observación del cielo de Santiago en el atardecer. Si bien muchos fines de semana estuve fuera de la capital, y me pude haber perdido, quizás, uno que otro espectáculo de luz, mucho me hace pensar la escasez, o mejor decir, exclusividad, de tener un atardecer lleno de color en el cielo que cubre Santiago.