El Contenido Emocional de una Imagen

Con el transcurrir del tiempo el tapiz de los detalles se va destiñendo lentamente, quedando en la memoria la esencia de las cosas. Nuestro cerebro es un hábil colador de recuerdos, descartando siempre lo poco significativo. Pregunto ahora: ¿Qué recordamos de una imagen que nos haya gustado profundamente?. Si hacemos un tremendo esfuerzo de concentración, lograremos vagamente reconstruir en la mente los detalles de la imagen, detalles que fueron evidentes cuando los tuvimos al frente. Lo que nos estremece cuando buscamos la imagen en la memoria, es el recuerdo emocional. Una composición perfecta no queda grabada literal en el corazón, pero sí  la emoción. Por tanto, cuando queramos capturar una fotografía que quede de por vida en el alma de un observador querido, debemos poner gran atención en el mensaje emocional. La técnica a disposición del deseo artístico, mientras la composición va traduciendo la emoción en una estructura visual. Gran desafío, pero jamás imposible. De seguro muchos quisieran saber cómo lograrlo, pero la respuesta no está acá afuera, sino allí adentro, en el interior de cada uno.


Recuerdo del Otoño en Lonquimay. Novena Región 2011

La idea de esta breve reflexión, siempre en el contexto de fotografía de naturaleza, es un regalo de Galen Rowell. Detengámonos entonces un momento antes de capturar una fotografía que deseamos haga eco eterno en la memoria. Abramos el pecho, y con el corazón en la mano, busquemos el paisaje de las emociones.