Luces de Montaña

El título de la entrada me hace recordar a Galen Rowell, pues corresponde justamente al nombre de uno de sus libros. Más aún, recuerdo también una bella metáfora que se refiere a la Montaña como los “pilares del cielo”. Humildemente siempre expreso mi profundo respeto por la dama blanca escribiendo su nombre partiendo con mayúscula. La roca solo es el envoltorio de su alma. Usando una bella poesía del escritor Irlandés William Butler Yeats, me gusta pensar que la Montaña me susurra al oído diciéndome: “He extendido mis sueños bajo tus pies; camina con cuidado, porque caminas sobre mis sueños”. Por eso siempre la recorro gentil.

Muchas veces se deben hacer apuestas en fotografía de naturaleza, pero una apuesta que sea fruto de la visualización de la imagen que proyectamos con el ojo de la mente. Estamos ahí, desnudos frente al majestuoso paisaje, esperando la magia de la luz. Es cierto que el azar gobierna las condiciones climáticas, pero afinando el instinto sensorial se pueden descifrar los caprichos de los cielos, valiendo la pena apostar por un paisaje evocador, teniendo siempre presente que a veces se gana, y otras veces se pierde.


Malalcahuello. Novena Región 2010

Espesas nubes tapaban el Sol al final de un día de Primavera en la Araucanía Andina, pero aposté por un rayo de luz que atravesaría valiente apenas se abriera un espacio entre los algodones que flotaban en lo alto. Y así fue. Por breves segundos la magia se coló entre las nubes y cayó justo sobre una cumbre que ya se había despojado de la nieve en su parte más alta. Casi no tuve tiempo para pensar y ajusté la exposición poniendo toda la atención en la franja de nieve que quedó iluminada. Después del “click” revisé de inmediato el histograma, verificando que el blanco no había quedado sobreexpuesto. Es cierto que se debe poner el corazón en lo que se hace, pero la técnica debe estar bien entrenada para tomar las decisiones correctas.