Preparación de una Fotografía

Estaba en una cabaña a pasos del Lago Llanquihue. Aquella tarde, al final del día, trípode y cámara fotográfica en mano, caminé hacia el borde del lago. Frente a mí, colosal y elegante, el volcán Osorno. Extendía una a una las piernas del trípode, después fijaba la cámara, que llevaba puesto el teleobjetivo, completando el ritual la conexión del cable disparador. Con los años, el equipo fotográfico se convierte en una extensión del cuerpo y del alma. Así, sin apuro ni desespero, todo estaba listo.

El Sol caía lentamente sobre el horizonte. Un viento gentil perturbaba suavemente la superficie del lago. Arriba, un cielo azul cobalto con alargadas y esquivas nubes. Cierro los ojos y respiro profundo. Empiezo a identificar delicados sonidos alrededor. ¡Qué bella melodía!. La Naturaleza dirigía su orquesta sinfónica llenando el aire con música. Me dejo llevar por el momento y todo se vuelve hermoso, más hermoso de lo evidente.


Volcán Osorno. Ensenada. Décima Región 2010

El día se acaba y la luz es bellísima. Los últimos rayos de Sol bañan la cumbre del volcán Osorno. El encuadre ya visualizado, la composición en resonancia con la intención, el plano de enfoque certero sobre la nieve que cubre al gigante de piedra. Entonces, siento una cosquilla en el pecho, y entiendo que es el momento de capturar la imagen. No apurar las cosas, disfrutar lo que se está haciendo, agudizar los sentidos, abrazar con fuerza el tiempo presente. La mejor preparación de una fotografía.