La descripción del mundo físico queda confinada en cuatro dimensiones: el espacio tridimensional y el tiempo. Al representar el paisaje en una imagen bidimensional perdemos la profundidad, lo que se intenta recuperar creando flujo visual mediante la incorporación de elementos claves distribuidos en distintos planos. El tiempo, la cuarta dimensión, siempre está presente en una fotografía. La costumbre nos hace pensar en una imagen como algo estático, pero una breve reflexión permite darnos cuenta que jamás se captura literalmente un momento, entendiéndolo como algo instantáneo. Muy por el contrario, en cada captura va quedando un registro del tiempo. Así, mediante la técnica de exposiciones largas, de manera artística y creativa se incorpora como protagonista al tiempo.
Vapor de Montaña. Manzanar. Novena Región 2011 |
Observar el movimiento, visualizar el dibujo final, y tomar las decisiones técnicas respectivas, es un excelente ejercicio fotográfico. Vemos el mundo como un continuo infinito de momentos, enriqueciendo nuestra existencia cada imagen que graba un pedazo de magia de aquello que llamamos tiempo.