Aquel fin de
semana fuimos al Cajón del Maipo con un grupo de colegas. Nos quedamos en Lo
Valdés en el maravilloso refugio Alemán. Durante la tarde las carreteras del
cielo parecían estar saturadas de nubes, vehículos blancos por doquier uno tras
otro con lento avanzar. Para el final del día habíamos escogido un punto alto
donde esperar el atardecer.
Cajón del Maipo. Lo Valdés. Región Metropolitana 2013 |
El Sol ya
escondido bajo el horizonte, y el tupido manto de nubes no dejaba pasar el
color. Pero, después de muchos atardeceres en la montaña, hice un último
llamado a la esperanza. Quince minutos después el volcán San José se teñía de
un tímido rosado, para explotar de repente en un rojo furioso. Con la boca
abierta nos mirábamos unos a otros. El espectáculo duró un par de esquivos
minutos, que en un improvisado encuadre comparto aquí. Digo improvisado porque
me es costumbre preparar mis fotografías en pulcra soledad y planificada
antelación, pero en compañía, primero lo social y después las fotos. Quizás la
imagen pudo haber sido mucho mejor, pero el recuerdo emocional se amplificó con
el grupo de queridos amigos alrededor. El simbolismo mágico de la vida.